El
creciente consumo de naturaleza que se detecta desde hace unas décadas en la
Península Ibérica ha globalizado preguntas acerca de nuestro medio natural que
antes eran ámbito exclusivo de los expertos. El turismo verde busca siempre los
lugares más agrestes, los árboles milenarios o los bosques mejor conservados
donde habiten animales escasos y exclusivos, y nos bombardea con frases
grandilocuentes acerca del interés de cada lugar. Pues bien, excluyendo
frases turísticas y pseudocientíficas y partiendo de un interés racional que no
busque masificar y degradar nuestras últimas forestas, ¿cual es el bosque más
viejo de España?.
Tejos
(Taxus baccata), Sabinas albares (Juniperus thurifera) y
acebuches (Olea europaea var. sylvestris) son los árboles más
longevos de la Península, pero sus masas no llegan a juntar las copas y forman
masas aclaradas y en el caso de los tejos agrupaciones que a menudo se integran
en el sotobosque de otros bosques. Así que si buscamos un árbol que forme
bosque en el término más aceptado de la palabra (aunque es un tema polémico),
con autónoma persistencia, tangencia de copas y diversos estratos, el
afortunado es para sorpresa de muchos un pino, el laricio, negral o salgareño (Pinus
nigra subsp, salzsmanii).
Aunque
los pinos no tengan buena prensa y aún carguen con el el modelo alóctono a sus
espaldas, ni los afamados hayedos o robledales del norte de España alcanzan la
longevidad del pino laricio, rey autóctono indiscutible de los pisos altos de
las montañas calizas del este peninsular. Capaz de alcanzar los 1100 años de
vida, el pinar más viejo de esta variedad de pino en el mundo se conserva en la Sierra de Cazorla (Jaén), donde la
barrena presller ha obtenido edades de 1050 años en alguno de estos colosos
vegetales.
Estuvimos
por allí hace unos días. El pinar es increíble, con
árboles tortuosos y aclarados de grandes perímetros de copa y altura destacada
a tanta altitud, entre los 1700-2036 metros de altitud. En contra de lo que
solemos pensar los bosques más viejos no suelen tener los árboles más grandes,
ya que han persistido en zonas escabrosas y difíciles, y por enrevesadas
cuestiones de sociología vegetal no les corresponde alcanzar dichos récords de
tamaño, como se ha venido demostrando en estudios de los hayedos navarros y
europeos. En la misma Cazorla hay pinos más grandes en zonas medias, más
húmedas y de mejor suelo, pero no hay lugar en la Península con un bosque tan
decano como este que hemos disfrutado, a la sombra por cierto de algunos de los
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) que se han reintroducido en Cazorla
y que pudimos ver. No pueden sobrevolar mejor escenario que éste.
Por Rubén Bernal, técnico de campo de Asociación Reforesta
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