El informe sobre el Comercio
Mundial 2010 de la Organización Mundial del Comercio (OMC), contiene un
apartado dedicado al comercio de los recursos naturales. Además de interesantes
estadísticas, se hace eco del debate sobre si el desarrollo tecnológico nos
permitirá superar los límites impuestos por la finitud de los recursos y evitar
el consiguiente deterioro del planeta. Los “optimistas” argumentan que eso es
lo que viene ocurriendo; para ellos la prueba es que el precio de los recursos naturales ha bajado en
las últimas décadas. Yo me alineo con los “pesimistas”. El contraargumento es
claro: a pesar del indudable progreso tecnológico, todos los informes
ambientales de prestigio señalan que la Tierra y sus recursos están cada vez
más deteriorados. Si las materias primas bajan de precio es porque su oferta ha
aumentado y aquél no internaliza adecuadamente los costes de explotación de los
recursos humanos y naturales. Además, para fijar precios, el mercado se guía,
entre otros factores, por el valor añadido, que es el resultado del
conocimiento técnico aportado por los seres humanos en la transformación de los
recursos naturales, que son la base de cualquier producto o servicio que
consumimos. Esta es otra de las razones por las que el precio de los productos
sin transformar es menor. De momento la producción es suficiente para atender
la demanda, pero las estimaciones han constatado que, para ciertas materias
primas estratégicas, el panorama puede cambiar mucho antes de 2030, y entonces
la subida de precios podría ser inevitable.