En este artículo quiero hablar de la forma en que creo que
deberíamos de estar en el mundo para que este complejo y extraordinario ser que
somos los humanos pueda desplegar su potencial indefinidamente, contribuyendo
quizá con su propio potencial a perfeccionar el del Universo.
Hay muchas formas de estar en el mundo. Tantas como seres
hay. Es imposible conocerlas todas, pero
es fácil determinar si tras una determinada forma de estar subyace una actitud
favorable al despliegue de ese potencial, es decir, una actitud favorable a la
vida. Por actitud favorable a la vida entiendo aquella que obra conscientemente
en pos del bienestar propio y ajeno, desde el respeto al planeta y a sus
habitantes, las plantas y animales que nos acompañan en nuestro viaje. Es
evidente que, conforme a esta definición, muy pocas personas obtendrían un
sobresaliente, aunque solo sea porque la inmensa mayoría fallamos debido a
nuestras pulsiones consumistas, que dañan a la Tierra y, a la postre, también a
nosotros mismos.