Por
Celia Barbero Sierra, Asociación Reforesta
Más de
dos tercios de nuestro territorio son vulnerables a los efectos de la
desertificación. La combinación de factores naturales y socioeconómicos hacen
que España sea el país más afectado en la Unión Europea y uno de los más
afectados de la región mediterránea.
Las precipitaciones son escasas e irregulares;
la media estatal ronda los 650 mm anuales, pero un 32% del territorio recibe
tan sólo entre 300 y 500mm de precipitación anual y en el sureste la media
anual desciende hasta menos de 300mm.
La escasez de lluvias y las altas
temperaturas, hacen que la mitad sur de la península (exceptuando las cadenas
montañosas), la meseta norte, la cuenca del Ebro, la costa catalana y el
archipiélago canario y parte del balear, se consideren zonas áridas, semiáridas
y subhúmedas secas.
Estos datos son de por sí preocupantes,
pero la necesidad de acción en materia de desertificación se torna aún más
urgente cuando se consideran las previsiones del Quinto Informe de Evaluación
del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC,
siglas en inglés).